Limpiar el PC no es una tarea complicada
Al igual que sucede con nuestro coche o nuestra casa, debemos limpiar el PC a través de un mantenimiento periódico que se asegure de que todo va (casi) tan rápido como el primer día. Sabemos que el mundo informático puede ser complejo para muchos usuarios, así que vamos a explicar cómo realizar esta limpieza de forma sencilla y eficiente para garantizar que nuestros ordenadores estén listos para cualquier tarea que necesitemos.
Antes de comentar, debemos apuntar que el mantenimiento de un PC debería hacerse de forma mensual en el caso de un “usuario normal”. No es necesario limpiar el ordenador todos los días, ya que puede ser incluso contraproducente. Lo ideal es seguir estas claves de forma periódica (excepto la número 1, que hay que tenerla siempre presente) y obtendremos una mejora sustancial en todos los usos que se le den al ordenador, desde videojuegos hasta productividad. En principio, todos los consejos se aplican a Windows, pero los usuarios de otros sistemas (Android, Linux, iOS, OS X) también pueden beneficiarse de gran parte de ellos.
Hay que mantener el orden. Este punto es probablemente uno de los más importantes y de los que menos suelen respetarse. No es raro encontrarnos escritorios de ordenador llenos de accesos directos que nunca se han usado (ni se usarán), carpetas de descargas hasta arriba de archivos o ficheros de imagen repartidos por todo el disco duro.
Si aplicamos un orden básico, podremos tener los ficheros del PC ordenados y sabremos cuáles sobran, evitando que el ordenador se nos llene de basura digital que ralentice nuestro rendimiento.
Hay que usar los programas de limpieza con moderación. En el ecosistema de Windows, existen multitud de programas que ofrecen funciones de limpieza. No obstante, muchos de ellos generan más problemas que soluciones. Ya sea porque consumen muchos recursos con la monitorización activa o porque eliminan cosas que no deberían, gran parte de los usuarios acaban hartos de ellos. Este tipo de incidencias suele darse frecuentemente con programas de limpieza de memoria RAM, que eliminan de la memoria programas en ejecución que son importantes para el usuario (y para el sistema).
Una herramienta de limpieza básica que hay que utilizar es el ‘Liberador de espacio en disco‘ de Windows. Con esta herramienta nativa del sistema de Microsoft se pueden eliminar algunos archivos que ocupan espacio y dejan de ser útiles, como miniaturas de fotos que utiliza el explorador, archivos temporales del sistema o ficheros obsoletos de actualizaciones de Windows.
No obstante, no es suficiente usar los sistemas nativos, así que hay que recurrir a programas de terceros que realizan una labor encomiable. Uno de los más conocidos es CCleaner, un programa gratuito (aunque hay versión de pago), que permite limpiar el ordenador de archivos obsoletos y dar una buena pasada al registro de Windows. Se trata de una instalación más que recomendada en todos los equipos (recordando deshabilitar la monitorización activa, claro).
Hay que desinstalar los programas que no usemos. Una manía muy habitual que padecemos los usuarios tecnológicos es la de instalar una aplicación, usarla una vez y no volver a tocarla jamás. Este mal hábito que siempre está presente en los móviles, también se produce en los ordenadores de forma recurrente. No es rara la ocasión en la que, por ejemplo, un usuario se instala un programa para convertir un clip de audio de forma puntual y, después de usarlo, olvida desinstalarlo, dejando que el programa siga ocupando espacios y recursos.
Hay que actualizar programas, drivers y sistema operativo. Tal y como recomendamos en el artículo sobre los consejos para navegar seguro en Internet, es muy importante tener todo nuestro software actualizado. Esta premisa sigue siendo válida aquí y, al margen de la seguridad, también hay que hacerlo porque muchas actualizaciones suelen mejorar el rendimiento de sus productos. Aunque hay casos en los que una actualización ha ralentizado el ordenador, no suele ser frecuente.
Sin embargo, no todo se limita a programas y al sistema operativo. También tenemos que prestar atención a la actualización de los controladores (drivers). A veces suele asociarse la actualización de drivers a jugadores de videojuegos en PC. Esto es verdad hasta cierto punto, ya que los drivers de las tarjetas gráficas afectan directamente sobre la experiencia de los juegos, pero también hay drivers para otros componentes, como los SSD o la tarjeta de sonido. A pesar de que Windows Update ha mejorado mucho con los años y sí que actualiza de forma automática determinados controladores críticos de algunos componentes, hay que procurar que estén todos actualizados.
Hay que configurar el arranque de los programas. Los usuarios suelen quejarse de la “velocidad de arranque” de sus ordenadores. Curiosamente, no se refieren a la velocidad de arranque desde que presionan el botón de inicio hasta que carga el sistema operativo, sino el tiempo que tardan en poder ejecutar cualquier aplicación desde que Windows «ha arrancado». Esta ralentización suele ser muy frecuente y siempre se suele deber (a menos que sea algo puntual) a un exceso de programas que se ejecutan al iniciar el sistema.
Algunos programas suelen tener esta función habilitada por defecto, ya que, al cargarse con el sistema, cuando el usuario va a usarlas, arrancan en muy poco tiempo. Aunque a todos nos encanta que todas nuestras aplicaciones se nos abriesen sin esperar, lo óptimo es que elijamos qué programas son realmente necesarios para nosotros a la hora de iniciar el sistema.
Hay varias formas de controlar qué programas arrancan al iniciarse Windows: desde programas específicos hasta editar el registro del sistema. Nosotros hoy optaremos por ir por la vía del medio y os vamos a explicar cómo configurarlo con el ‘Configurador del sistema’ nativo de Windows:
Presionamos la tecla del logotipo de Windows y la tecla ‘R‘ a la vez. Nos aparecerá una ventana con el título de ‘Ejecutar’. Aquí escribimos el comando msconfig y, después, presionamos ‘Aceptar‘. Haciendo esto, accederemos a ‘Configuración del sistema’.
Vamos a la pestaña de ‘Inicio de Windows’ y ahí podremos ver todos los programas que se nos arrancan al iniciar Windows.
Aunque Windows nos da la posibilidad de deshabilitar los programas que no queremos que arranquen, lo más aconsejable es ir a cada uno de los que no queramos que se inicien con Windows y lo desactivamos en sus opciones de configuración propias. (Nota: En caso de que no encontremos la opción dentro del programa, sí que podemos desactivarlos desde el configurador de Windows).
Hay que desfragmentar el disco duro. Una de las formas de finalizar el proceso de limpieza de cualquier PC, tras haber limpiado de basura digital el disco duro, etc., suele ser la desfragmentación del almacenamiento. Es una tarea necesaria y se recomienda que se realice cada mes (puede variar en función de la cantidad de datos borrados y escritos).
Para los lectores que no sepan lo que es, la fragmentación de los datos almacenados en el disco duro se produce al borrar archivos de la memoria y al escribir nueva información. Los datos de un ordenador (archivos, fotos, programas) se van almacenando en el disco duro de forma secuencial y, cuando se elimina alguno de ellos, dejan un hueco en la secuencia. Cuando el sistema quiere volver a rellenar la secuencia con nueva información, puede que deba dividir/fragmentar estos nuevos datos para que quepan en el hueco.
Todo esto provoca que el sistema operativo deba realizar un trabajo adicional de organización y búsqueda cada vez que se realiza una lectura o escritura en los datos. La desfragmentación lo que hace es reorganizar la información almacenada para para que no haya problemas de este tipo y para evitar errores de lectura y/o escritura.
También es necesario mencionar que, aunque hay varias teorías, la mayoría de los fabricantes recomienda no desfragmentar los SSD, ya que operativamente no se ven demasiado lastrados pero sí que les afecta negativamente la desfragmentación a su vida útil.
Si seguís estas pautas básicas, conseguiréis tener un ordenador impoluto y que vaya, en la medida de lo posible, como el primer día que lo pusisteis en marcha. Por supuesto, aunque no lo hemos mencionado en el artículo, es completamente obligatorio y necesario limpiar físicamente el ordenador por dentro. Aunque se dispongan de filtros (que también hay que limpiar), el polvo, los pelos de animales y demás partículas acaban por ensuciar los componentes. Por ejemplo, si un ventilador de la tarjeta gráfica deja de girar porque está lleno de polvo, es muy posible que, tras usar el ordenador unos minutos, se quede congelada la imagen y se bloquee.
Manteniendo una limpieza digital y virtual, podréis evitar todos estos problemas.