¿Acceso o propiedad? Las economías colaborativas
En las últimas décadas, Internet ha propiciado un cambio sustancial en diversos aspectos de la economía a diferentes escalas. Gracias a las mejoras en la comunicación e información que ha supuesto Internet, han aparecido nuevos productos, métodos de producción, sistemas de información, nuevos métodos de venta y comercialización de los productos, etc.
En este sentido, el boom la economía colaborativa que se ha desarrollado en los últimos años se ha convertido en un modelo económico que ha obligado a restructurar y amoldar muchos sectores tradicionales a las nuevas características y vicisitudes del mercado y sus tendencias de consumo. Según los datos de la consultora PWC, la economía colaborativa genera cerca de los 26.000 millones de dólares y se estima que en 2025 pueda llegar hasta los 335.000 millones a nivel global.
En líneas generales, estas economías surgen de la existencia de un exceso de capacidad de uso de bienes o servicios en los que los usuarios deciden poner a disposición de otros esta utilidad sobrante. Se trata de compartir, alquilar o intercambiar tiempo, bienes o recursos que estén infrautilizados y de descoorporativizar la producción y financiación. Aunque la economía colaborativa todavía se encuentra en pleno desarrollo, todos conocemos algunos ejemplos muy llamativos como son: Wikipedia, eBay, Couchsurfing Airbnb, Uship, Wallapop, Bitcoin o Blablacar entre otros muchos.
¿Qué ha impulsado la economía colaborativa?
El desarrollo de esta economía se ha propiciado, como ya hemos comentado, gracias al acceso a la comunicación y la información que ha ofrecido Internet pero, además, gracias a una serie de razones sociales, económicas y tecnológicas que han modelado un ecosistema óptimo para su crecimiento.
Razones sociales
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El aumento de densidad de población conectada
El acceso a más gente conectada, con la que compartir, multiplica el potencial de “colaboradores”.
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Altruismo Generacional
Una encuesta reciente de UCLA encontró que más del 75 % de los estudiantes de primer año cree que es “esencial o muy importante para ayudar a otros en dificultades”, la cifra más alta en 36 años. Una tendencia que puede alumbrar muchos emprendedores por convicción.
Razones económicas
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Monetizar el exceso o la inactividad de inventario
Los recursos ociosos y parados no producen y ahora pueden ser compartidos y, a menudo, monetizados. ¿Cuánto tiempo usamos un taladro? ¿y el coche? ¿y la bicicleta? Bajo esas premisas nacieron grandes plataformas como AirBNB o Amovens.
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Acceso vs. Propiedad
Estamos en una situación económica, laborar y desarrollo humano en la que los ciudadanos ni pueden ni quieren acumular bienes (ver ‘Acceder antes que poseer’ –El País.com). Por ello, no es casualidad que las grandes locomotoras de este tipo de economía propongan “productos” para compartir.
Razones tecnológicas
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Redes sociales
Las redes sociales han facilitado las transacciones peer-to -peer, haciendo coincidir la oferta y la demanda, algo que no era tan evidente anteriormente.
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Auge de los dispositivos móviles y apps
Las aplicaciones móviles son parte esencial del servicio, quizá el catalizador de toda la economía.
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Sistemas de pago seguros para ambos
Más allá del pago online o sistemas móviles, vinculados o no a tarjetas de crédito, hay ejemplos de regalar o intercambiar que no requieren intercambio monetario, sino que se basan más bien en reputación digital.
Aquí están las claves del desarrollo de uno de los modelos económicos más comprometidos que han que han surgido en los últimos años. Quizá es la respuesta lógica a la evolución de la economía de consumo que ha desencadenado una hiper-propiedad. Se podría hablar, por tanto de Smart-society en la que aquel antiguo lema de “la unión hace la fuerza” cobra sentido y como en pocas ocasiones, bajo el diálogo y el consenso se obtiene un beneficio común.